“Ilahi yax k’oh AK chak k’u AHAW”. “Fue vista la primera imagen de TORTUGA, Gran Serpiente Regia”, Texto Creación, Estela C de Quiriguá.
Desde la más remota antigüedad, los bisabuelos y abuelos se comportaban como seres dotados de visión, inteligencia e imaginación mágico-espiritual. Eran la sublime encarnación de La Gran Madre Cósmica, La Gran Serpiente AJAU-Tsaab- Ka’an – Dios-Sol-Cielo-Tiempo. Fueron conocidos como los Luk’a’noob tumen kaan, los “tragados” por la Serpiente de la Sabiduría. Buscaban en la rigurosa y metódica observación celeste, posibles explicaciones a los constantes cambios en la naturaleza.
Es muy probable, que sus acciones mágicas estuvieran cargadas de esa “solidaridad mística” que daba profundo sentido espiritual a sus acciones y observaciones celestes. Entonces, pausadamente emerge el Divino Dios del Maíz del caparazón de Tortuga, Ch’a-Chan Yax-Ox-Tunal, que es el lugar celeste “donde la Serpiente se Acuesta, Primer Lugar de las Tres Piedras”. 4AHAW, 8Kumk’u, (13 agosto 3114 a.C.). Luego, posteriormente Hun-Nal-Ye se convierte en OCH-TAN-CHAN al entrar a la Serpiente Celeste. Estos caminos son los “ahugeros de culebras” que menciona el cronista (Brasseur), “que este camino no fue otra cosa que un ahugero de culebra, porque él es hijo de la culebra”.
Anthony Aveni comentó: “Entre los antiguos mayas, las Pléyades se llamaban Tzab (Cola de serpiente de cascabel), forma por la cual se reconoce esta presentación jeroglífica en diversos códices”. El Sol daba vida, calor, luz y era el causante de la vida del maíz y de los cambios climáticos. Día y noche, los ciclos de las estaciones, las fases lunares, frío y calor, todo se relacionaba con el Sol. Son las cuerdas del cielo, xtab ka’an, que surgen ellas del mítico Na-Ho-Chan celeste, en el Pulsar Rítmico del Kil
solar. De generación en generación se fueron transmitiendo estas observaciones, ya oralmente, como hermosamente pintadas en cuevas y petrografías y en un arte rupestre ampliamente rico en contenidos simbólicos codificados. Enormes construcciones megalíticas, piedras trabajadas con maestría y fina precisión. Monolitos que marcaban solsticios y equinoccios que bien servirían como señales valiosas para el comienzo de las fiestas equinocciales y solsticiales. Constelaciones y estrellas que ayudarían al caminante como puntos de referencias en sus travesías y caravanas comerciales, tanto en tierra como por mar. Estas mismas luminarias serían motivo artístico para sus códices astrológicos y zodiacales. El Wakah-Chan es la Sagrada Cruz que se encuentra en el cruce de la Vía Láctea y la eclíptica. La observación constante y el registro en los códices, los llevaría a encontrar que ciertos días son más largos que otros y que hay noches más cortas. En cambio, en ciertas épocas el calor era excesivo y en otras el frío era mayor.
No pasa desapercibido que el fundamento de la astrología Sumera, Babilónica y Caldea se encuentre también en la observación del Astro Rey y sus constantes variaciones del año solar. Es muy probable que los astrónomos olmecas y mayas encontraran que el Año Solar era el causante de esos cambios en el clima y en las estaciones. Esa estrella enana, amarilla, es nuestro Sol (en relación con el universo). Las constantes observaciones solares se incorporaron a cultos iniciáticos de naturaleza solar, donde la sabiduría de los iniciados se fusionó con el conocimiento del I’TZ o semilla solar, simiente o esperma y con las prácticas psicofisiológicas de naturaleza serpentina crotálica. Sólo de esa forma podemos visualizar a K’u’uk’um Kaan, la divina maestría del poder del I’Tz, como potencialidad del Mah o “Rocío del Cielo” que nace de la Flor de Cuatro Pétalos.
OK-OL, entrar… lolankal… florecer… LOL, en tu propia Milpa KOL. Dicho simbolismo solar se representaba en el Batey o juego de pelota como enfrentamiento dualístico de principios “antagónicos” y complementarios-cosmogónicos, día/noche, vida/muerte, invierno/verano, luz/obscuridad. Los sacerdotes son solares al encarnar un poder que les confiere el conocimiento serpentino inherente a sus prácticas rituales de carácter solar. “Tumen Tene Kanen porque yo soy culebra” (Diccionario Cordemex, pág. 466).
Gracias a una muy cuidadosa y celosa preservación-transmisión; fue este mismo drama cósmico el motivo arquitectónico en las construcciones de sus templos desde tiempo inmemorial. El Sagrado Patrón Serpentino Canamayté generó las formas geométricas que fundamentaron sus templos-serpiente-montañas. Son sus templos, cuerpos de serpiente, que los tragan en sus trabajos sagrados y ritualistas. La Cueva o Waka, es el útero, lugar de salida, matriz de la tierra donde se localiza la Flor de Cuatro Pétalos. Según la Dra. Doris Heyden (Arqueología Mexicana, Vol. VI, (34), pág. 18-27), en la Pirámide del Sol en Teotihuacán hay un túnel que conduce a una cueva que termina en Flor de Cuatro Pétalos. Sak Nikte’ Kan es el Alma Blanca Serpiente Flor.
Sak-Bak-Nakan es la Serpiente-Mandíbula de la cual el Maestro Solar Pakal sube, no cae, hacia los Mundos Superiores. Según el Dr. David Freidel; “Entre los antiguos mayas, los caminos que comunicaban el mundo de los vivos con el de los ancestros y los dioses eran concebidos como serpientes fantásticas”. El Maestro Ahaw Pakal, entró al Ooch b’iij; ese es el “Camino del Sol”; la cuerda o soga que nos une a los abuelos y que reside potencialmente en la Rosa Dormida.
Referencia:
Víctor A. Cabello Reyes
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Bendiciones del Sol,
Feliz encuentro con el Solsticio de Verano,
Sylvia