lunes, 3 de septiembre de 2012

Principios y Fundamentos de La Rueda Medicinal ~ Por: Víctor A. Cabello. Reyes


Parte 1

La poderosa rueda medicinal es el Camino Ancestral para recobrar el estado de conciencia que consiste en la completa armonía e íntima comunión con la Madre Tierra y el Cosmos.  Para volver a adquirir ese estado original necesitamos crear conciencia de la poderosa Medicina de nuestros antepasados indígenas y retomar activamente los valores y el estilo de vida sano y espiritual que nos conduce definitivamente a la felicidad interior.  Para el líder indígena Shawnee, Tenskawata, la clave original de la felicidad duradera era muy sencilla: “Nuestro Creador nos puso en esta amplia, rica tierra, y nos dijo que éramos libres de ir a donde estuviera la cacería y donde el suelo fuese bueno para sembrar.  Ese era nuestro estado de verdadera felicidad…  Así fuimos creados.  Así vivimos por un largo tiempo, dignos y felices.  Nunca habíamos comido carne de cerdo, ni probado el veneno llamado whisky, ni usado la lana de oveja, ni encendido el fuego, ni cavado la tierra con acero, ni cocinado en hierro, ni cazado o peleado con ruidosos fusiles, ni sufrido nunca enfermedades que tornaban ácida nuestra sangre o pudrían nuestros órganos” (Windwalker, 2002).  



Ese concepto elemental y fundamental de bienestar físico está relacionado con un balance armónico y sano con nuestro entorno inmediato y en nuestras relaciones fraternales entre todos.  Para los indígenas del Delta del Orinoco “los Waraos” a esa relación armónica y de felicidad se le llama “Oriwaka”, que es tener fiesta o el goce inmediato de compartir con otros como clave sustancial de la felicidad armónica.

 

De esta manera, nuestros pueblos indígenas, todo es circular y se relaciona con los cambiantes y constantes ciclos de la naturaleza.  Es interesante notar que esta sabiduría milenaria se conserva, transmite y preserva a través del antiquísimo símbolo del círculo sagrado o de la rueda medicinal.  Sin embargo, podemos encontrar variedades inimaginables de estos círculos de piedra y santuarios megalíticos desde el antiguo Egipto, la India, la antigua China (símbolo del Yang y Ying y los ocho trigramas del Taoísmo), Druidas y Celtas, como también, entre muchísimos y variados grupos indígenas americanos.  Para muchos de ellos, es clara la representación simbólica a los ciclos mayores o cambios estacionales.
 
El círculo es el símbolo más apropiado para representar estos ciclos, como se evidencia en las circulares y ceremoniales Kivas de los indígenas Anasazis (término Navajo para “Los Antiguos”) del suroeste de los Estados Unidos de Norteamérica. Can Gleska, le nombran los hermanos Lakotas reconociendo este círculo sagrado medicinal que en su esencia intrínseca estructural posee la sustancia del Wakán (sagrado, santo, sobrenatural, el Gran Misterio), donde se encuentra inmanente y trascendente Owanka Wakan, como lugar sagrado y altar de Poder. Este círculo, en el cual está inmerso el cuaternario direccional - cuatro vientos, colores, rumbos y guardianes - es toda una amplia y complicada gama de resonancia cosmografía mitológica y espiritual. En él reside la Sabiduría. En su estructura formal se encuentra diseñada toda una concepción representativa cosmológica. Cada pueblo indígena le dará su toque particular, compartirá similitudes pero sin olvidar, el patrón básico y formal, que es la esencia perdurable y cósmica en su más sencilla manifestación práctica, el círculo.
Este término medicina no es solamente el concepto de sanación tal y como la conocemos, pues se reconoce preferiblemente nuestra relación en convivencia con la totalidad armónica de la creación. Estar enfermo, se transforma así, en un acto propio de desarmonía interna con sus variadas e inmensas ramificaciones externas.  De esta manera, el concepto general de Medicina - el cual va más allá de un simple concepto de sanación como se entiende comúnmente -, se enriquece y transforma en todo un amplio proceso espiritual que promueve la totalidad armónica.  Hombre y Cosmos se fusionan y unifican en un lento proceso del fluir natural y continuo, el cual nunca puede finalizar o terminar, pues se encuentra inherente e inmerso a los mismos cambios constantes y cíclicos de la vida.  Se nace en un punto particular de la rueda medicinal y se muere en otro. Como en una carta astrológica (que nace del círculo sagrado astronómico-astrológico) se asciende en un punto astronómico y se desciende en otro.  Podemos añadir que al seguir adecuadamente el curso solar, las estaciones y los rumbos, la rueda medicinal se convierte en una aliada de nuestros procesos internos de cambio y desarrollo.  Los cambios y metamorfosis lunares también se encuentran valiosamente depositados, custodiados muy ricamente inmersos como arca sagrada, en la Sabiduría cíclica de la rueda.  La rueda nos enseña cuándo plantar la semilla y cuándo nos encontraremos aptos y maduros para recoger su fruto, ya sea físico, material o espiritual.  Ella en sí misma representa el cambio, los ciclos de la vida, nacimiento, adolescencia y vejez.
 
Como el cuerpo humano es un elaborado diseño simétrico, para poder percibir el mundo y los diferentes estados o niveles del mismo a su alrededor, es muy útil y necesario que este pueda estar centralizado para que así la energía fluya de forma correcta y potente y no se ramifique o diluya en distracciones energéticas superfluas.  Si no estamos ubicados y bien centralizados esa energía se pierde y nuestro Wakán no es ampliamente aprovechado. Como todo alrededor nuestro es tan sólo una manifestación particular y específica de ese Misterioso Poder del Águila, nuestros sentidos educados y refinados deben aprender a percibirlo y a retener conscientemente ese flujo periódico y paulatino de sus extrañas cargas energéticas.  Es como un inmenso reloj biológico astral.  Esos mensajes del aliento divinal se manifiestan en los mensajeros o los sagrados vientos - que son cuatro principales - y que cada uno corresponde a un lugar particular de la rueda medicinal.
 
El Gran Espíritu, se manifiesta entonces por sus vientos sagrados, y es indispensable, con gran paciencia y esmero aprender a leerlos.  Hay mucha sabiduría, en espera de ser correspondida, al aprender a leer los mensajes del viento.  En otros casos, los poderosos animales sagrados se encuentran constantemente emitiéndonos mensajes de sabiduría y conocimiento para ser fielmente asimilados por todos aquellos que realicen la labor de entrar en humilde comunión, colaboración y respeto, hacia ellos.  Así también, la rueda medicinal está cargada del poderoso Wakán de la savia bendita de las plantas maestras y sus atributos salutíferos.  Hay que aprender a leer la medicina de la energía animal y la correspondiente medicina de las plantas sagradas.  La ofrenda nos enseña y la humildad es el Camino a seguir.  Los títulos y nombres sobran.  El que tiene poder no necesita predicarlo a los cuatro vientos, ni tan siquiera cambiarse el nombre; Simplemente es.
 
Para las culturas indígenas la felicidad parte de sus relaciones con la totalidad de las cosas y de encontrarse sabiamente ubicado y centralizado en el mundo. Es vital para nuestros indígenas – como debe ser para nosotros - estar geográfica y direccionalmente establecido.  Necesitamos aprender a encontrar nuestro sitio. Un lugar es sagrado cuando se percibe en él ese Wakán que lo hace distinto y diferente como cuantitativa y cualitativamente poderoso.  Tí-Uak’an decían nuestros ancestros. ¡Lugar de Poder! Esa centralización se relacionaba con la exacta y precisa ubicación en la rueda medicinal y con su correspondencia posicional única, en la división del círculo en cuatro partes.  Somos Cruz, y la rueda, como círculo mágico, contiene la Sagrada Cruz cósmica equinoccial y solsticial como patrón ritual astronómico. Es toda una participación o comunión con la tierra y con el cosmos.