Parte 1
La poderosa rueda medicinal es el Camino Ancestral
para recobrar el estado de conciencia que consiste en la completa armonía e
íntima comunión con la Madre Tierra y el Cosmos. Para volver a adquirir ese estado original necesitamos
crear conciencia de la poderosa Medicina de nuestros antepasados indígenas y
retomar activamente los valores y el estilo de vida sano y espiritual que nos
conduce definitivamente a la felicidad interior. Para el líder indígena Shawnee, Tenskawata, la
clave original de la felicidad duradera era muy sencilla: “Nuestro Creador nos
puso en esta amplia, rica tierra, y nos dijo que éramos libres de ir a donde
estuviera la cacería y donde el suelo fuese bueno para sembrar. Ese era nuestro estado de verdadera
felicidad… Así fuimos creados. Así vivimos por un largo tiempo, dignos y
felices. Nunca habíamos comido carne de
cerdo, ni probado el veneno llamado whisky, ni usado la lana de oveja, ni
encendido el fuego, ni cavado la tierra con acero, ni cocinado en hierro, ni
cazado o peleado con ruidosos fusiles, ni sufrido nunca enfermedades que
tornaban ácida nuestra sangre o pudrían nuestros órganos” (Windwalker, 2002).
Ese concepto elemental y fundamental de bienestar
físico está relacionado con un balance armónico y sano con nuestro entorno
inmediato y en nuestras relaciones fraternales entre todos. Para los indígenas del Delta del Orinoco “los
Waraos” a esa relación armónica y de felicidad se le llama “Oriwaka”, que es
tener fiesta o el goce inmediato de compartir con otros como clave sustancial
de la felicidad armónica.
De esta manera, nuestros pueblos indígenas, todo es
circular y se relaciona con los cambiantes y constantes ciclos de la naturaleza.
Es interesante notar que esta sabiduría
milenaria se conserva, transmite y preserva a través del antiquísimo símbolo
del círculo sagrado o de la rueda medicinal. Sin embargo, podemos encontrar variedades
inimaginables de estos círculos de piedra y santuarios megalíticos desde el
antiguo Egipto, la India, la antigua China (símbolo del Yang y Ying y los ocho
trigramas del Taoísmo), Druidas y Celtas, como también, entre muchísimos y
variados grupos indígenas americanos. Para
muchos de ellos, es clara la representación simbólica a los ciclos mayores o
cambios estacionales.
El círculo es el símbolo más apropiado para representar estos ciclos, como se evidencia en las circulares y ceremoniales Kivas de los indígenas Anasazis (término Navajo para “Los Antiguos”) del suroeste de los Estados Unidos de Norteamérica. Can Gleska, le nombran los hermanos Lakotas reconociendo este círculo sagrado medicinal que en su esencia intrínseca estructural posee la sustancia del Wakán (sagrado, santo, sobrenatural, el Gran Misterio), donde se encuentra inmanente y trascendente Owanka Wakan, como lugar sagrado y altar de Poder. Este círculo, en el cual está inmerso el cuaternario direccional - cuatro vientos, colores, rumbos y guardianes - es toda una amplia y complicada gama de resonancia cosmografía mitológica y espiritual. En él reside la Sabiduría. En su estructura formal se encuentra diseñada toda una concepción representativa cosmológica. Cada pueblo indígena le dará su toque particular, compartirá similitudes pero sin olvidar, el patrón básico y formal, que es la esencia perdurable y cósmica en su más sencilla manifestación práctica, el círculo.
Este término medicina no es solamente el concepto de
sanación tal y como la conocemos, pues se reconoce preferiblemente nuestra
relación en convivencia con la totalidad armónica de la creación. Estar enfermo, se transforma así, en un acto
propio de desarmonía interna con sus variadas e inmensas ramificaciones
externas. De esta manera, el concepto
general de Medicina - el cual va más allá de un simple concepto de sanación
como se entiende comúnmente -, se enriquece y transforma en todo un amplio
proceso espiritual que promueve la totalidad armónica. Hombre y Cosmos se fusionan y unifican en un
lento proceso del fluir natural y continuo, el cual nunca puede finalizar o
terminar, pues se encuentra inherente e inmerso a los mismos cambios constantes
y cíclicos de la vida. Se nace en un
punto particular de la rueda medicinal y se muere en otro. Como en una carta
astrológica (que nace del círculo sagrado astronómico-astrológico) se asciende
en un punto astronómico y se desciende en otro. Podemos añadir que al seguir adecuadamente el
curso solar, las estaciones y los rumbos, la rueda medicinal se convierte en
una aliada de nuestros procesos internos de cambio y desarrollo. Los cambios y metamorfosis lunares también se
encuentran valiosamente depositados, custodiados muy ricamente inmersos como
arca sagrada, en la Sabiduría cíclica de la rueda. La rueda nos enseña cuándo plantar la semilla
y cuándo nos encontraremos aptos y maduros para recoger su fruto, ya sea
físico, material o espiritual. Ella en
sí misma representa el cambio, los ciclos de la vida, nacimiento, adolescencia
y vejez.
Como el cuerpo humano es un elaborado diseño
simétrico, para poder percibir el mundo y los diferentes estados o niveles del
mismo a su alrededor, es muy útil y necesario que este pueda estar centralizado
para que así la energía fluya de forma correcta y potente y no se ramifique o
diluya en distracciones energéticas superfluas. Si no estamos ubicados y bien centralizados
esa energía se pierde y nuestro Wakán no es ampliamente aprovechado. Como todo
alrededor nuestro es tan sólo una manifestación particular y específica de ese
Misterioso Poder del Águila, nuestros sentidos educados y refinados deben aprender a
percibirlo y a retener conscientemente ese flujo periódico y paulatino de sus
extrañas cargas energéticas. Es como un
inmenso reloj biológico astral. Esos mensajes
del aliento divinal se manifiestan en los mensajeros o los sagrados vientos -
que son cuatro principales - y que cada uno corresponde a un lugar particular
de la rueda medicinal.
El Gran Espíritu, se manifiesta entonces por sus
vientos sagrados, y es indispensable, con gran paciencia y esmero aprender a
leerlos. Hay mucha sabiduría, en espera
de ser correspondida, al aprender a leer los mensajes del viento. En otros casos, los poderosos animales
sagrados se encuentran constantemente emitiéndonos mensajes de sabiduría y
conocimiento para ser fielmente asimilados por todos aquellos que realicen la
labor de entrar en humilde comunión, colaboración y respeto, hacia ellos. Así también, la rueda medicinal está cargada
del poderoso Wakán de la savia bendita de las plantas maestras y sus atributos
salutíferos. Hay que aprender a leer la
medicina de la energía animal y la correspondiente medicina de las plantas
sagradas. La ofrenda nos enseña y la
humildad es el Camino a seguir. Los
títulos y nombres sobran. El que tiene
poder no necesita predicarlo a los cuatro vientos, ni tan siquiera cambiarse el
nombre; Simplemente es.
Para las culturas indígenas la felicidad parte de sus
relaciones con la totalidad de las cosas y de encontrarse sabiamente ubicado y
centralizado en el mundo. Es vital para nuestros indígenas – como debe ser para
nosotros - estar geográfica y direccionalmente establecido. Necesitamos aprender a encontrar nuestro
sitio. Un lugar es sagrado cuando se percibe en él ese Wakán que lo hace
distinto y diferente como cuantitativa y cualitativamente poderoso. Tí-Uak’an decían nuestros ancestros. ¡Lugar de
Poder! Esa centralización se relacionaba con la exacta y precisa ubicación en
la rueda medicinal y con su correspondencia posicional única, en la división
del círculo en cuatro partes. Somos
Cruz, y la rueda, como círculo mágico, contiene la Sagrada Cruz cósmica equinoccial
y solsticial como patrón ritual astronómico. Es toda una participación o
comunión con la tierra y con el cosmos.