martes, 23 de febrero de 2010
GRAN MADRE LUNA
LA CARGA DE LA DIOSA (DOREEN VALIENTE)
Escucha ahora las palabras de la Gran Madre, a la que antiguamente llamaron Artemisa, Artarté, Atenea, Dione, Melusine, Afrodita, Cerridwen, Dana, Arianrhod, Isis, Bride y muchos nombres más.
Siempre que tengáis necesidad, una vez al mes y mejor cuando haya Luna Llena, os reuniréis en asamblea en algún lugar secreto y adoraréis mi Espíritu, que es el de la reina de todos los Brujos.
Os reuniréis, vosotros que estáis dispuestos a aprender la hechicería, pero no conocéis aún sus secretos más profundos. A éstos les enseñaré cosas que hasta ahora son desconocidas.
Y quedaréis libres de esclavitud y, como señal de que sois realmente libres estaréis en los rituales y danzaréis, cantaréis, festejaréis, haréis música y amor, todo en mi alabanza. Pues mío es el éxtasis del Espíritu y mía también la alegría de la tierra; pues mi ley es el amor sobre todos los seres.
Mantened puros vuestros ideales supremos, luchad siempre por ellos, no dejéis que nada os detenga u os aparte, pues mía es la puerta secreta que se abre sobre la tierra de la juventud y mía es la copa del vino de la vida y el caldero de Cerridwen, que es el Santo Grial de la inmortalidad.
Soy la Diosa compasiva que otorga el don de la alegría al corazón del hombre. En la tierra proporciono la sabiduría del espíritu eterno y, más allá de la muerte, doy la paz, la libertad y la reunión con los que han partido antes.
No pido sacrificio; pero mirad, soy la madre de toda la vida y mi amor se vierte sobre la tierra.
Oíd las palabras de la Diosa de las estrellas. Está en el polvo de los que tiene a sus pies las huestes del cielo y cuyo poder rodea el universo.
Soy la belleza de la tierra verde y la luna blanca entre las estrellas, y el misterio de las aguas y el deseo del corazón de los hombres. Invoco tu Alma, levántate y ven a mi.
Porque soy el alma de la naturaleza que da vida al universo. De mi proceden todas las cosas y todas tendrán que volver a mi y, ante mi rostro amado por los dioses y los hombres, se abrazará tu ser divino más íntimo al éxtasis del infinito. Que mi adoración esté en el corazón al que regocija. Sabed que todos los actos de amor y placer son mis rituales.
Así, que la belleza y la fuerza, el poder y la compasión, el honor y la humildad, la alegría y la reverencia estén entre vosotros. Y tú, que quieres buscarme, debes saber que no has de dejar de buscar y anhelar hasta que conozcas el misterio; que, si eso que buscas no lo encuentras en ti, jamás lo encontrarás fuera de ti.
Pero mira que he estado contigo desde el principio y soy lo que se alcanza al final del deseo.
Referencia: Sandra Román
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